27 de octubre de 2008

CUMBRES BORRASCOSAS

La tremenda situación financiera, que se ha desbocado en las últimas semanas, ha llevado a políticos y economistas a una revisión de sus principios y a buscar soluciones de urgencia para evitar una depresión que, si nadie lo evita (y nadie parece tener la varita mágica para hacerlo), va a arrastrar al mundo a una depresión económica.

Mucho se está hablando del origen de la misma. Pero ahora ya se están presentando análisis más largoplacistas en los que nos aparecen como causas remotas las políticas neoconservadoras de Ronald Reagan y Margaret Thatcher y que sirvieron de paradigma para el resto de países occidentales, particularmente desde la caída del Muro de Berlín en 1989.

Después de estar durante años de espaldas a la actividad financiera, los gobiernos han encarado y hecho suyos los problemas de las entidades crediticias y de inversión. ¡Lástima que no lo hicieran cuando sus cuentas de resultados rebosaban salud y cuantiosos dividendos! Ahora somos los contribuyentes los que estamos financiando la catastrófica gestión de muchas de esas entidades y la desconfianza crediticia entre ellas.

Los políticos parecen dispuestos a que esta hecatombe no acabe con ellos. Para eso están sucediéndose sin descanso reuniones, cumbres, citas y entrevistas. Y parece que todo quiere culminar en la gran cumbre que se prepara en Washington para mediados de noviembre entre los países del G-20 y algún invitado más que pueda colarse a última hora (como puede ser el caso de España).

¿Qué soluciones puede aportar un paleto ignorante, por mucho que ejerza de anfitrión, cuando sus políticas han sido causantes directas de la hecatombe? ¿Qué legitimidad puede tener un señor como George W. Bush que, en esa fecha, ya será “presidente en funciones” y, como mucho, podrá hipotecar el futuro de su sucesor? ¿Es que no ha hecho ya bastante (mal)?

¿Qué soluciones puede aportar ese mediático aprendiz de Napoleón que por salir en la foto es capaz de organizar cualquier tipo de sarao? ¿No tiene Sarkozy bastante con creerse que representar a Europa durante seis meses es hacer lo que él crea conveniente, a espaldas de los otros 26 países?

¿Qué soluciones puede aportar ese neofascista con disfraz de demócrata que se aprovecha del desconcierto de la clase política italiana para evitarse los juicios por sus chanchullos financieros? ¿Puede Berlusconi aportar soluciones inteligentes cuando todo lo que ha hecho en su periplo político ha sido para beneficiarse y blindarse?

¿Qué soluciones puede aportar Angela Merkel cuando en su país tiene que estar bailando en la cuerda floja continuamente para evitar la ruptura de la frágil estabilidad política de la que disfruta?

¿Qué soluciones puede aportar un político como Lula, que ve cómo su país pierde la velocidad de crecimiento que estaba experimentando por la rápida desaceleración del mercado?

¿Qué soluciones puede aportar un señor que está más interesando en que le inviten que en las propuestas que allí pueda hacer? ¿Por qué tanto interés por parte de Rodríguez Zapatero en asistir a esa cumbre?

La cumbre de Washington no servirá sino para salir en la foto. De ella no podrán resultar soluciones eficaces. Fundamentalmente porque se reúnen políticos y no economistas. Se pueden marcar nuevas políticas de cara al futuro, pero no se podrán proponer soluciones válidas a la crisis sin la valoración de los expertos. Bretton Woods, en 1944 es el referente. Las diferencias, abismales. 

¿Dónde están los economistas? Mientras tanto, a vender humo, que parece lo único que son capaces de hacer los políticos en este momento.

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