Esta vez no será mi mano la que escriba una nueva entrada. Cedo el espacio a la doctora Esther Matzkin, quien desarrolla un tema interesante en el que, creo, nos hemos visto reflejados en más de una ocasión. Es el momento de afrontarlo desde una perspectiva médica y, sobre todo, personal. Estoy convencido que el/la lector/a podrá obtener jugosas conclusiones.
El Síndrome de Burnout, o también llamado “síndrome del quemado”, es una disfunción psicológica que se da con mayor frecuencia en ámbitos laborales que demandan “ayuda”. Para ellos la interrelación entre los profesionales y personas que requieren su contención, de acuerdo a cada una de sus funciones en relación directa con la gente, implica un agotamiento físico, mental y emocional, que se traslada a lo largo de prolongados períodos de tiempo, ante situaciones que lo afectan emocionalmente; por ejemplo, profesionales de la medicina ,servicios de emergencia, atención al cliente, etc, en distintos ámbitos institucionales. Son lugares de trabajo que desencadenan, debido a su alta carga de tensión psicológica, estados deficientes de afrontamiento, en relación con sus actitudes para resolver situaciones conflictivas. Este desgaste emocional, desprovisto de una buena red de contención desde lo Gerencial hacia sus compañeros laborales, provoca estados de frustración personal, gestando mecanismos de defensa ante la agresión psicológica y conductas inadecuadas ante los requerimientos conflictivos. Asimismo se generan mecanismos reactivos lógicos ante un feedback entre la demanda de sus superiores y de sus propias tares de contención a las personas que deben depositar sus tareas. Ante la acumulación de identificaciones proyectivas, por parte de clientes o pacientes, se les genera una enorme carga emocional que no suele encontrar un camino para ser liberada.
Los rasgos de agotamiento emocional, ante expectativas desmedidas entre lo esperado y la realidad, generan estados de limitación en sus tareas y aumento de la ansiedad y elevada tensión, reaccionando con actitudes frías, despersonalizadas hacia los demás y una no adecuación de las funciones a realizar, “agotando su capacidad de reacción” .El agotamiento emocional, es una sensación subjetiva de no poder dar más de sí mismo a los demás, como mecanismo de reacción que conduce a una autoestima baja.
La despersonalización traslada a la persona afectada por el alto voltaje emocional a una dimensión consciente, espacio virtual que genera actitudes de defensa ante las agresiones percibidas por su inconsciente, desarrollando sentimientos y respuestas negativas que lo alejan de los impactos que pueda afectar a su estima. Estas personas actúan con frialdad hacia otras, que pueden ser pacientes, clientes, etc. Se perciben este tipo de síntomas en irritabilidad, insensibilidad o sentimientos de desamparo. La falta de organización, motivada por su agotamiento emocional, lo lleva a evaluar a su propio trabajo de forma negativa, con apocamiento de sus vivencias profesionales. Se distancia, formando barreras, creando interrelaciones distantes, no solo con quienes debe tratar en su profesión, sino con los compañeros de su espacio laboral y miembros de su equipo.
Se da con mayor frecuencia, cuando no existe una congruencia entre sus ideales de logros personales en lo laboral y la realidad, ocasionando sentimientos de bajo logro, cuando percibe que las demandas que se le hacen exceden su capacidad para resolverlas en los tiempos y forma establecidos.
Algunos de los síntomas primarios que surgen en la vida de la persona que vive situaciones demandantes que actúan como signos de atención:
· fatiga,
· dificultad para levantarse en las mañanas,
· aburrimiento,
· irritabilidad,
· progresiva pérdida de incentivos para su progreso,
· incompetencia,
· absentismo injustificado... .
Se manifiesta una síntomatología psicosomática: su cuerpo comienza a dejar traslucir su incidencia; cefaleas, fatiga crónica, insomnio, gastritis, hipertensión arterial, patologías metabólicas por impactos en los” órganos blancos”, hipotiroidismo, tiroiditis, diabetes, afecciones del sistema inmunológico (resfriados, rinitis, amigdalitis),alergias, etc.
La existencia de factores personales, son signos indicativos que predisponen para padecer el Síndrome de Burnout:
· alto grado de autoexigencia;
· baja tolerancia al fracaso y el deseo permanente de destacarse en sus tareas, basados en un perfeccionismo extremo;
· estar encuadrados dentro de las personalidades alexitéricas( dificultad para conocer y expresar sus emociones);
· dificultad para trabajar en equipos; impaciencia;
· labilidad emocional;
· sensibilidad extrema.
Pero el Síndrome de Burnout, se puede prevenir; no nos olvidemos que afecta distintos niveles, INDIVIDUAL-GRUPAL Y ORGANIZACIONAL.
Agradeciendo a la doctora Esther Maztkin por su inestimable colaboración, hasta la próxima.
Interesante el articulo, eso lo he vivido y es observado en los departamentos cuyo trabajo es a presion las organizaciones deberian evitar que surja este fenomeno
ResponderEliminarOLGA
Creo que la sociedad actual esta pidiendo a gritos una reeducación de conductas y un manual de instrucciones frente a situaciones que se escapan de nuestro entendimiento, animo a la doctora a que lance un poco de positivismo y un mucho de recursos frente a situaciones conflictivas, los sintomas ya los sufrimos y los perfiles los vamos conociendo, sólo nos queda saber dar la vuelta a la tortilla.
ResponderEliminar