11 de febrero de 2008

YES WE CAN

A estas horas, el eslogan de campaña del aspirante a candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos Barack Obama se ha hecho popular y conocido en todas las partes del globo. Llama la atención la sensacional campaña de marketing, comunicación y contenido que rodea a todos los aspirantes a candidatos y cómo debaten, polemizan y se enzarzan entre ellos por obtener el mayor número de representantes en las respectivas convenciones de los partidos que tendrán lugar el próximo verano. Y, sobre todo, llama la atención cómo se tienen que definir los aspirantes a candidatos y los futuros candidatos en todos y cada uno de los temas más candentes de la actualidad de su país y, por reflejo, del resto del mundo. Aun cuando tienen una política general de partido, cada candidato puede posicionarse de manera diferente, de modo que se pueda distanciar de su adversario.

Y es una larga campaña, de casi un año de duración. Y han de mantener animado a su electorado; y han de tratar de ganarse al electorado general, el que no vota en las primarias; y han de desarrollar una campaña de estrategia que les permita llegar lo más indemnes y fuertes a la confrontación en las urnas del primer martes después del primer lunes del mes de noviembre.

Si nos miramos el ombligo no podemos sino esbozar una forzada sonrisa ante la patética imagen que los candidatos a la presidencia del Gobierno están ofreciendo en este país. No se habla de contenidos, no se habla de programas, no se habla de iniciativas, no se habla de mejoras… Los dos candidatos mayoritarios parecen esforzarse en preparar el mejor guión para la tercera entrega filmada de “Mortadelo y Filemón” más que preocuparse de mejorar las condiciones de sus conciudadanos. Resultan patéticas las ofertas de 400 euros por hacer la declaración de la renta o los 500 millones de árboles que se compromete a plantar quien tienen un primo en Sevilla que le ha dicho que lo del cambio climático es un camelo. Posiblemente por semejanza con el arco de ceja del presidente francés, la campaña de imagen de ZP resulte un poco más interesante, pero únicamente desde el punto de vista de marketing. Desde luego, luego vemos que el árbol está hueco, sin contenido. Y que enfrente tiene más de lo mismo; el perdedor de hace cuatro años, todavía tutelado en la sombra por el último aprendiz de Napoleón que pasó por el gobierno estatal, y rodeado de los mismos gañanes que, hasta el último minuto, trataron de hacer pensar a la opinión pública que la verdad oficial era la verdadera, aunque chirriara con la verdad real. Y en eso siguen. Y seguirán, porque parece que el precio del voto es bastante barato. Desde luego, seguirá siendo mejor que la oferta.

¿Tenemos que aceptarlo y tragar? ¿Podemos cambiar algo? Me gustaría que, también aquí, pudiéramos decir, “Yes we can”.

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