24 de agosto de 2007

24 grados

Podemos decir que este verano estamos teniendo suerte quienes no hemos podido disfrutar de excesivas jornadas festivas, pero las predicciones de los gurús metereológicos internacionales no se han cumplido, al menos en lo relativo a la Península Ibérica, y estamos disfrutando de jornadas agradables, incluso demasiado frescas, para las fechas en las que estamos.

A estas alturas solo los necios o los interesados ignoran (o pretenden ignorar) que nos estamos dirigiendo hacia un periodo de cambio climático serio que va a afectar no ya a futuras y lejanas generaciones, sino a nosotros mismos y en un plazo relativamente corto de tiempo. La cuarta parte del estado español tiene ya la categoría de "desértica". Y esto avanza. En las islas británicas y el norte del continente las lluvias han provocado graves y serias inundaciones; los paises de Europa Central se están axfisiando de calor. Las tormentas tropicales parecen convertirse ya en habituales en Centroamérica...

Y éste es un tema que nos afecta a todos y en el que todos tenemos responsabilidad. No vale hablar en abstracto de la contaminación de las fábricas y de los grandes vertidos o de las emisiones contaminantes. Por supuesto que son factores clave y muy importante; pero también lo es que cada uno de nosotros hagamos lo que esté en nuestras manos para impedir el desastre que se nos avecina. No es desdeñable, en este aspecto, reconocer el mérito de ciertas administraciones públicas al exigir una limitación en el uso de los aires acondicionados. Al margen de las afecciones directas a nuestra salud por la brusquedad en los cambios de temperatura, no bajar de 24 grados los termostatos ha sido una norma que se ha generalizado más y mejor de lo que cabía esperar, ya que son numerosos los centros no públicos pero de uso comunitario (oficinas, grandes almacenes, áreas comerciales...), que, sin ninguna obligación, se han unido a la política de los 24 grados. Y todos ganamos, en el corto y en el largo plazo: evitamos los tradicionales y molestos problemas respiratorios y de todo tipo de los cambios súbitos de temperatura y evitamos ampliar el agujero invisible que se está formando encima de nuestras cabezas.

Las últimas políticas del gobierno del estado en este tema están siendo acertadas. Dudo que todo lo que se ha puesto encima de la mesa pueda cumplirse, pero, por lo menos, se aprecia una voluntad de afrontar la responsabilidad de reaccionar. Esperemos que los políticos aparten sus posicionamientos monolíticos y, en algún caso, torticeros, para unirse por el bien común. Saldremos todos ganando. También ellos.

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