8 de mayo de 2007

Saturday


Existen muchos libros que tratan sobre "un día en la vida de ...". No podemos obviar la genialidad de la obra de James Joyce, Ulysses. Pero, desde muchos puntos de vista, deberemos rendirnos ante la evidencia de la penúltima obra de Ian McEwan.

No es un día cualquiera; es un día que marcó un punto de inflexión en la percepción política de la sociedad. El 15 de diciembre de 2003 muchos salimos a la calle a clamar por la justicia y por la paz. Pero ese decorado sirve para romper la rutina. Y, a la vez, es algo que puede pasar un sábado cualquiera. O, quizá, no resulta creible que pase todo a la vez. Y que tenga que ser ese día concreto. Pero pasa. Y todos tenemos rutinas. Y todos nos las saltamos. Y todos tenemos incidentes puntuales. Y todos formamos un gran bloque. Y todos somos cada uno.

La prosa de Ian McEwan es de fácil lectura, lo cual no impide juzgar sus novelas como simples o vulgares. Muy al contrario, es una de las plumas más prestigiosas del enotrno literario actual. Su producción, fértil y existosa, no se deja llevar por estructuras preconcebidas o por argumentos repetitivos. Cada una de sus novelas (y Saturday no es una excepción), nos sorprende con un planteamiento diferente, con un punto de vista único. McEwan sabe jugar muy bien con el tiempo de la acción y con el énfasis que hay que poner en cada una de las acciones. Lo posible, lo creible, lo improbable y lo inconcebible se unen a un ritmo regular, pero solapado. Así como Amsterdam desarrollaba su hilo narrativo fundamentalmente en una calle y Enduring Love nos planteaba una relación cuasi obsesiva, Saturday nos presenta el relato de lo cotidiano. Y de lo excepcional de lo cotidiano. Y de su opuesto.

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