19 de mayo de 2007

La democracia de la red

Una reciente experiencia profesional me ha permitido ahondar en el significado que internet puede alcanzar, no solo como herramienta de consulta sino como entidad viva, participativa y activa. Realizando un estudio sobre ciertos ámbitos educativos internacionales precisaba de una serie de datos puntuales y significativos de distintos países para poder realizar una proyección sobre ellos. Lo cierto es que es posible que pudiera llegar a obtener algunos de ellos a través de infinitas consultas en buscadores. Pero también es cierto que hubiera resultado mucho más costoso en tiempo y que, por otro lado, no habría podido comprobar la veracidad de los mismos, por lo que el proyecto podría basarse en supuestos falsos y, de ahí, las propuestas que emanarían resultarían imposibles.

A través de redes de networking profesionales, procedí a preguntar sobre alguna referencia factual que me sirviera para poder comenzar a desarrollar mi proyecto. Sorprendentemente, en muy pocos días, la red había funcionado de tal manera que se agolpaban sobre mi ordenador decenas de respuestas y opiniones que los integrantes de dicha red habían obtenido por experiencia propia o por consultas realizadas. Las preguntas clave, muy específicas, y relativas a distintos paises, habían sido respondidas e, incluso, opinadas, lo que me permitió preparar en el escaso margen de tiempo que disponía un informe completo y consistente que permitiera realizar actividades futuras.

La avalancha de respuestas, además, me sirvió para confirmar las tendencias que precisaba conocer en esa serie de paises, de modo que estaba completamente seguro de los matices que tenía que proponer para cada región. En poco más de 9 días, pude realizar un informe de más de 80 páginas con la convicción de que los supuestos en los que se asentaba eran los correctos.

Estoy plenamente convencido de que la red es la estructura más democrática que existe. La gran revolución del siglo XXI comenzó a principios de los 90 con la generalización de internet. En estos momentos, la red ha alcanzado su segundo estadio de plenitud, la denominada Web 2.0. La rapidez en consultar cualquier contenido y de hacer llegar documentos a cualquier parte del mundo con un click de ordenador ya ha sido superada. Hemos llegado al momento de la interacción y de la integración de la virtualidad en nuestra realidad. Sea bienvenida.

8 de mayo de 2007

Saturday


Existen muchos libros que tratan sobre "un día en la vida de ...". No podemos obviar la genialidad de la obra de James Joyce, Ulysses. Pero, desde muchos puntos de vista, deberemos rendirnos ante la evidencia de la penúltima obra de Ian McEwan.

No es un día cualquiera; es un día que marcó un punto de inflexión en la percepción política de la sociedad. El 15 de diciembre de 2003 muchos salimos a la calle a clamar por la justicia y por la paz. Pero ese decorado sirve para romper la rutina. Y, a la vez, es algo que puede pasar un sábado cualquiera. O, quizá, no resulta creible que pase todo a la vez. Y que tenga que ser ese día concreto. Pero pasa. Y todos tenemos rutinas. Y todos nos las saltamos. Y todos tenemos incidentes puntuales. Y todos formamos un gran bloque. Y todos somos cada uno.

La prosa de Ian McEwan es de fácil lectura, lo cual no impide juzgar sus novelas como simples o vulgares. Muy al contrario, es una de las plumas más prestigiosas del enotrno literario actual. Su producción, fértil y existosa, no se deja llevar por estructuras preconcebidas o por argumentos repetitivos. Cada una de sus novelas (y Saturday no es una excepción), nos sorprende con un planteamiento diferente, con un punto de vista único. McEwan sabe jugar muy bien con el tiempo de la acción y con el énfasis que hay que poner en cada una de las acciones. Lo posible, lo creible, lo improbable y lo inconcebible se unen a un ritmo regular, pero solapado. Así como Amsterdam desarrollaba su hilo narrativo fundamentalmente en una calle y Enduring Love nos planteaba una relación cuasi obsesiva, Saturday nos presenta el relato de lo cotidiano. Y de lo excepcional de lo cotidiano. Y de su opuesto.
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